viernes, 16 de octubre de 2015

Locos por el clic


No se nos va la revolución de la boca. Todo es rompedor, rupturista, disruptivo… revolucionario. Hay que vender lo nuevo, lo novedoso, lo epatante… Lo revolucionario. Y si no lo es, lo hacemos. Parece que es la única manera de vender.

Y en plena crisis del periodismo, mejor, de los periódicos, es decir del papel, no del periodismo… en plena crisis –digo- los huérfanos de todos los EREs, cierres y reconversiones de los últimos años reúnen ahorros e indemnizaciones y se lanzan a la Red; con entusiasmo, pero sin red.


Y buscamos perfiles jóvenes, emprendedores, especialistas en redes, en márquetin de contenidos… hay que generar notoriedad, conectar la marca con el consumidor, no vender productos sino soluciones. Es eso, pero hay quien ha tomado la directa, quien además lo explicita y, de pronto, todos instalados en la fugacidad de los fuegos artificiales.

Y ocurre que hay quienes han creído que la revolución consistía en colgar antes que nadie el último e intrascendente teletipo o, como decía Miguel Mora en la presentación de la revista  Ctxt “en amarillear los titulares o añadir la palabra sexo”, o en dar las enésimas diez claves para asegurar éxitos imposibles. La obsesión del clic.

No hay más que ver la clasificación de lo más leído en cualquier publicación para darse cuenta de adónde hemos llegado. No hay más que ver los titulares que enervarían a nuestros más admirados profesores –Raúl lo deja: sepa por qué- para buscar el doble clic. Google y clic: esa es la cuestión. ¿Informar? No. ¿Explicar? No, acumular usuarios y envolvernos en cifras apabullantes. Clicar, clicar y clicar.

Pero la revolución digital no era eso, o eso creíamos. El CRM nos aporta datos utilísimos para conocer los hábitos e intereses de nuestros públicos, reorientar contenidos u ofrecer productos personalizados. Incluso, si me apuran, hasta para poder ofrecer –no de manera invasiva, desde luego- publicidad personalizada. Una audiencia segmentada, pero definida, ofrece un mundo de posibilidades.

Pero hay que conocerlo, y para ello hay que formarse y actuar con honestidad. Ser emprendedor, tomar la iniciativa ahora que la red posibilita una cierta democratización de la propiedad de los medios, no está ligado a la improvisación, sino a la preparación. Conocer el pensamiento y las industrias creativas, los modelos de negocio, estrategias de financiación,  plan de empresa, públicos y usuarios, márquetin de contenidos, interactividad y ludificación, multimedialidad, contar historias, gestión de contenidos y plataformas, métodos de medición, estrategias de promoción y distribución… dominar estas materias es prepararse para el autoempleo y el emprendimiento. Y es asegurar el éxito. Para que clicar no esa la obsesión y para que no juguemos con nuestros ahorros.


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