viernes, 6 de noviembre de 2015

Los ingredientes de la "cocina desmocópica"


La última encuesta del CIS ha vuelto a provocar comentarios ya habituales en los últimos meses de lectores y líderes políticos en las webs informativas: “La cocina nos ha perjudicado”, “al PP le doblan la intención directa de voto en las encuestas y a Podemos apenas le suben algún punto”.  Y cada cual levanta el dedo acusador según le va en la prospección.

Conviene aclarar algunas cosas para los iniciados:

La “cocina” es necesaria para hacer aflorar variables estadísticas que matizan la intención directa de voto, tales como el voto oculto –el que no se quiere explicitar por razones de coyuntura política-, el recuerdo de voto –los partidos cuya papeleta ha sido “olvidada” están en proceso descendente, aquellos beneficiados por un recuerdo de voto superior al realmente obtenido están al alza-, autoubicación ideológica y ubicación del partido de sus simpatías –no siempre coincidente-…

Un partido que esté en la crestade la ola, cuyos votantes proclaman a los cuatro vientos su simpatía, como lo ha estado Podemos desde hace un año, carece de voto oculto y es absurdo pedir los elementos correctores que se aplican a otros partidos ya consolidados y con sensibles desgastes por el ejercicio del poder o de la oposición.

 Elementos correctores –“cocina”- que curiosamente sí se le han aplicado erróneamente hasta que hemos entrado en precampaña electoral, como ya advertí en un artículo publicado en ElConfidencial hace ahora justamente un año. Entonces se situaba a Podemos incluso como primera fuerza con una intención directa de voto de un 13-14% que alegre y sorprendentemente los demóscopos cocinaban hasta el 28%. Sencillamente ridículo.

En las últimas semanas los medios hablan de caída de Podemos y le otorgan porcentaje similares a su intención directa de voto –ese 13-14%- que siempre han tenido y que siguen más o menos manteniendo con una ligera tendencia a la baja. Digamos que las empresas demoscópicas han corregido errores pasados todavía no explicados. Y, claro a los seguidores de Iglesias les falta tiempo para denunciar manipulaciones y manos ocultas porque han notado que la cocina no es igual para todos. Ni lo es, ni puede serlo.

En cualquier caso a nadie escapa que la publicación de encuestas se ha convertido en una peligrosa arma electoral. La mayor parte de los medios no publican la ficha técnica, y los partidos realizan sus propias encuestas sin referencia alguna de muestra o margen de error porque los medios se hacen eco de ellas sin cautela alguna. De todos es conocido, además, de qué manera se puede inducir una respuesta; también desconocemos las preguntas. Es decir, encuestas con resultados interesados para inducir el voto.

Anotemos finalmente que hasta ahora los encuestadores están preguntado sobre partidos políticos y no sobre coaliciones, cuyo plazo para su formalización finaliza estos días. Atentos, pues, a la pantalla porque de lo dicho hasta ahora, nada de nada. O con interrogantes. Todo puede cambiar en mayor o menor medida ya que, además, el número de indecisos supera ampliamente el 20%.


martes, 3 de noviembre de 2015

Las redes sociales como coartada


  1. 40 mil simpatizantes de Podemos (sólo un 10% de los que dicen tener inscritos) respaldan la lista-plancha de su líder. Aun así, como la cifra de inscritos no es de dominio público, se cuelgan la medalla por su decidida voluntad de dar participación a la ciudadanía.

O sea participación real, cero; pero ¡como lo hemos agitado en los medios convencionales! Entre otras cosas, para alardear del uso que hacemos de las nuevas tecnologías para elevar la calidad de nuestra democracia. Valores, prestigio, reputación…

  1. Las primaveras árabes fueron rebautizadas como "la revolución de twitter". Efectivamente las redes sociales ejercieron una función de alerta informativa y coordinación para la movilización. Pero no fue suficiente para alcanzar la democracia.

     ¿Qué faltó? Medios masivos que llegaran a todos, que contribuyeran a crear un espacio público para el debate democrático, que articularan la Opinión Pública y ayudar a cimentarla y estructurarla en corrientes de opinión, partidos, sindicatos…

  2. Las “cacerías” del rey emérito en Botsuana, Suiza, Hungría, Omán…, incluidas las de la casa que compartía en El Pardo con Corinna, habían sido tradicionalmente objeto de comentarios entre los periodistas y políticos en conciliábulos, cenas y demás saraos.

    Pero esas noticias sólo alcanzaron la primera página de los periódicos y ocuparon minutos de la televisión informativa y de entretenimiento cuando las redes sociales dieron coartada a los periodistas de los medios generalistas para publicarlo. Así lograron romper la encorsetada agenda informativa de los medios convencionales. Entonces, sólo entonces, el rey tuvo que pedir perdón.

    Podría seguir contando  muchos más ejemplos. Pero creo que la muestra es suficiente para poder concluir que las redes sociales, hoy por hoy, todavía no se puede decir que sean capaces de articular la Opinión Pública, pero sí es cierto que paulatinamente, muy paulatinamente, la está segmentando.

    Ahora bien, están siendo sobredimensionadas por intereses puramente comerciales, hasta el punto de que muchas empresas, instituciones o personajes públicos han sido tan incautos como para comprar seguidores en las redes. A precio de ganga, por cierto.

    Es claro que al ser perfiles virtuales, inexistentes, no pueden generar tráfico alguno y nuestra comunicación falla por la base, pero nos pueden servir para fabricar una nota de prensa para dar a conocer la buena nueva de nuestra exitosa presencia en la red. Y poco más.

    Estoy seguro de que seguiremos anclados, como Podemos, al mensaje interesado de la participación ciudadana, la democracia electrónica, las redes como herramienta de construcción de una nueva realidad, de empoderamiento popular, pero todos sabemos que sólo los medios masivos convencionales (las incontables horas de sus líderes en la televisión) tienen la clave del éxito mediático de sus líderes. Claro que también se lo han ganado a pulso. Son excelentes comunicadores y hasta ahora han portado buenos dividendos en términos de audiencia.