martes, 3 de noviembre de 2015

Las redes sociales como coartada


  1. 40 mil simpatizantes de Podemos (sólo un 10% de los que dicen tener inscritos) respaldan la lista-plancha de su líder. Aun así, como la cifra de inscritos no es de dominio público, se cuelgan la medalla por su decidida voluntad de dar participación a la ciudadanía.

O sea participación real, cero; pero ¡como lo hemos agitado en los medios convencionales! Entre otras cosas, para alardear del uso que hacemos de las nuevas tecnologías para elevar la calidad de nuestra democracia. Valores, prestigio, reputación…

  1. Las primaveras árabes fueron rebautizadas como "la revolución de twitter". Efectivamente las redes sociales ejercieron una función de alerta informativa y coordinación para la movilización. Pero no fue suficiente para alcanzar la democracia.

     ¿Qué faltó? Medios masivos que llegaran a todos, que contribuyeran a crear un espacio público para el debate democrático, que articularan la Opinión Pública y ayudar a cimentarla y estructurarla en corrientes de opinión, partidos, sindicatos…

  2. Las “cacerías” del rey emérito en Botsuana, Suiza, Hungría, Omán…, incluidas las de la casa que compartía en El Pardo con Corinna, habían sido tradicionalmente objeto de comentarios entre los periodistas y políticos en conciliábulos, cenas y demás saraos.

    Pero esas noticias sólo alcanzaron la primera página de los periódicos y ocuparon minutos de la televisión informativa y de entretenimiento cuando las redes sociales dieron coartada a los periodistas de los medios generalistas para publicarlo. Así lograron romper la encorsetada agenda informativa de los medios convencionales. Entonces, sólo entonces, el rey tuvo que pedir perdón.

    Podría seguir contando  muchos más ejemplos. Pero creo que la muestra es suficiente para poder concluir que las redes sociales, hoy por hoy, todavía no se puede decir que sean capaces de articular la Opinión Pública, pero sí es cierto que paulatinamente, muy paulatinamente, la está segmentando.

    Ahora bien, están siendo sobredimensionadas por intereses puramente comerciales, hasta el punto de que muchas empresas, instituciones o personajes públicos han sido tan incautos como para comprar seguidores en las redes. A precio de ganga, por cierto.

    Es claro que al ser perfiles virtuales, inexistentes, no pueden generar tráfico alguno y nuestra comunicación falla por la base, pero nos pueden servir para fabricar una nota de prensa para dar a conocer la buena nueva de nuestra exitosa presencia en la red. Y poco más.

    Estoy seguro de que seguiremos anclados, como Podemos, al mensaje interesado de la participación ciudadana, la democracia electrónica, las redes como herramienta de construcción de una nueva realidad, de empoderamiento popular, pero todos sabemos que sólo los medios masivos convencionales (las incontables horas de sus líderes en la televisión) tienen la clave del éxito mediático de sus líderes. Claro que también se lo han ganado a pulso. Son excelentes comunicadores y hasta ahora han portado buenos dividendos en términos de audiencia.

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